Esta página reproduce audio. Para tener una mejor experiencia, utiliza audífonos.

Dos ojos, una nariz y una boca. Dos ojos, una nariz y una boca. Dos ojos, una nariz y una boca. Un menjurje de pixeles. Quizá tomé 2,000 selfies para rodearme de una multitud en la soledad de mi cuarto. ¿Habrá sido por verme tanto en Zoom? O quizá fue que me corté el pelo. Me enamoré, ¿eso cuenta? Tal vez mi drama lacaniano empezó un poquito tarde, a los 21 años.

Cito: “Poco tiempo después de que somos capaces de ver, somos conscientes de que también podemos ser vistxs. Los ojos de las otras personas se combinan con nuestros propios ojos para dar cuenta de que somos parte del mismo mundo. Si aceptamos que podemos ver aquella montaña, obviamos que desde aquel sitio nosotrxs podemos ser vistxs. La naturaleza recíproca de la visión es fundamental.”

¿Qué pasa en esos instantes entre la pose y el click para tomar la selfie? ¿Qué sucede después? Cuando tú me miras, ¿a quién crees que yo miro? ¿Y qué le pasa al cuerpo con tantos pixeles?”Como el contagio se lleva a cabo por cercanía, tenemos que ser conscientes de que somos cuerpos. Parece una operación sencilla. No lo es. La máquina de producir mercancías nos ha acostumbrado a vivir bajo la ilusión de que somos incorpóreos. Podemos trabajar sin cesar.” Cito.

¿En qué momento me di cuenta de lo que estaba haciendo? ¿Un archivo pixeleado de mi pandemia? Empiezo a leer sobre el budismo y me encuentro que ahí no hay un concepto de “ser” individual, un “yo”, sino que se habla de un “inter-ser”. Pensar que nuestra experiencia individual nos separa de todo lo demás es un entendimiento muy limitado de la realidad. Aunque nos sintamos atrapados en nuestro cuerpo, la verdad es que no somos más que un conjunto de sensaciones y emociones en constante cambio y conectado con todo. Que yo no pueda sentir exactamente lo que tú estás sintiendo ahorita no me hace menos “tú” que “tú”.

Un día, Buda le preguntó a su hijo: “¿Qué piensas, para qué sirve un espejo?” Y él le contestó: “Para reflejar algo.” Y después, Buda añadió: “De igual modo, cualquier acción ha de realizarse tras reflexionar mucho.” ¿Qué estaba reflexionando yo al usar la selfie como espejo?

Dice Alan Watts: el deseo de la seguridad y el miedo a la incertidumbre hace que la mente humana se identifique con su propia imagen. Y esto es paralizante porque la imagen es fija. ¡Es una imagen fija de algo en constante cambio! Aferrarse a la imagen del “ser” es estar en conflicto con la realidad. ¿Y entonces qué?

Desaparecer. Dejar de ser. Porque, pienso, al final eso era lo que estaba haciendo. Aceptar que por más que me mire al espejo o a la cámara, mi reflejo no se quedará impregnado en ella. Afrontar que el vacío de mi reflejo es quizá lo más cercano a mi vacío y a mi reflejo. Asimilar que mi (de)construcción muchas veces consistió en abrir la cámara y quedarme viendo fijamente, sin nunca oprimir el botón para sacar la foto. O sí, oprimir el botón una y otra vez. Sacar la misma foto sin preocuparme por la memoria de mi celular. Ir poco a poco cambiando de forma, como las obras de arte en los museos que van transformándose con cada flash.

Espera un momentito...

Click para regresar
Click en cualquier lugar para regresar

Ups!

Tu pantalla es muy chica. Usa una computadora para ver esta página.